¿Cuál es la conducta más común que vemos en la calle día a día?: estudia, consigue un trabajo, consigue un ascenso y sigue así hasta jubilarte. Ahora evaluemos los parámetros que plantean la ecuación vida-trabajo: ¿cómo cambiarías tus decisiones laborales si no existiera la jubilación? ¿Crees que realmente es necesario trabajar como un esclavo para vivir como rico?
Hablando de finanzas personales, sea que lleves una vida medianamente cómoda haciendo algo que no te llena, o seas algún curioso emprendedor hambriento de tiempo y conocimientos, los errores más comunes que terminan impidiéndote alcanzar la libertad financiera son los mismos.
El día de hoy estamos aquí ayudándote a identificarlos, para que puedas huir de ellos.
- Esperar el momento adecuado.
Si estas esperando algún cambio en tu vida o alguna situación específica para hacer alguna jugada en concreto, debes tener algo bien claro: nunca es un buen momento.
Ahora sí, ¿cómo que nunca es un buen momento? Verás, siempre que consigas algo, vas a querer tener más: un mejor sueldo, más inversionistas, algo más de tiempo libre, que los niños crezcan, llenar un poco más la alacena, ya sabes, por si no hay éxito… excusas van a sobrar.
Si algo es importante para ti y planeas hacerlo “en algún momento”, comienza ahora y corrige el rumbo mientras sigues avanzando.
- Dilatar la toma de decisiones.
Es el tiempo de deliberación (lo que vacilamos antes de tomar una decisión) lo que realmente absorbe la mayor parte de tu atención. Sobre pensar los resultados no hará que varíen, por lo que debes encontrar una forma de tomar decisiones de manera objetiva y rápida: “si tal cosa cuesta más de… entonces…”, “si el riesgo es mayor a… entonces…”, “si me toma más de tanto tiempo entonces…”. De esta manera puedes limitar el tiempo que tardas en tomar una decisión, y además estarás dejando atención utilizable para dedicarle a lo que realmente importa.
Es el tiempo que invertimos deliberando, y no el número de decisiones tomadas, lo que definirá el estado de tu cuenta bancaria (metafórica y literalmente hablando).
- Arrepentirte de decisiones tomadas en el pasado.
La mejor manera de desintoxicarte del arrepentimiento es eliminando las quejas.
Deja de reprocharte continuamente los errores de los que ya aprendiste. Hazte consciente de las reclamaciones que te autoimpones basadas en decisiones tomadas en el pasado, de manera que puedas evitar las emociones negativas que estas atraen, que a fin de cuentas no hacen más que robar tu tiempo y concentración.
Así que ya sabes, no necesitas ser un veinteañero soltero graduado en Harvard para alcanzar la libertad financiera. Toma lo que tengas, y sigue adelante.
- Corregir tus debilidades.
Lo que queremos hacer es multiplicar los resultados de tus esfuerzos, y minimizar los esfuerzos en sí.
Si concentras tu energía en fortalecer tus debilidades, cuando mucho terminarás alcanzando un nivel aceptable o mediocre, pero difícilmente lograrás relucir por ello. En cambio, es mucho más entretenido explotar tus fortalezas e incrementar destrezas de las que puedas lucrarte, que ir por la vida arreglando cada punto débil que te encuentres.
Concéntrate en utilizar tus mejores armas en lugar de esperar constantemente un refuerzo.
- Desorganizarte.
Es probable que de no estar acostumbrado a llevar los gastos de una vivienda o de un negocio nuevo puedas atrasarte con los pagos. Y desorganizarte a la hora de pagar las facturas sólo lleva tu cuenta a números rojos. Presupuesta tus gastos, utiliza recordatorios para pagar tus deudas y cumplir tus compromisos, no hace falta que elimines por completo los gastos “superfluos”, pero ¡se conciente de ellos!
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Finalmente, haz conciencia de los pasos que has dado camino a lograr tus objetivos y define cuantos y cuales faltan para llegar al lugar deseado.
Por cierto, ten en cuenta que $0 son mejores que -$100.
- Acercarte demasiado al fuego.
Lograr la independencia financiera no es simplemente tener ríos de dinero entrando, o no depender de nadie más para cubrir nuestros gastos. Y es que mientras más ganamos probablemente también gastaremos más.
Si las cosas van bien y comienzas a percibir buenas nuevas en tu balance personal, no corras de inmediato a gastar dinero en algo que NO necesitas. Por el contrario, determina que hiciste bien para lograr ese estado, y encuentra la manera de actuar a favor de dicha circunstancia. ¿Qué decisión tomaste? ¿Qué trato cerraste? ¿Qué inversión hiciste? Sea cual sea la respuesta, aléjate de todo aquello que robe tu atención y no colabore con lo que realmente importa: lograr tu libertad financiera.
- No invertir en tu propio negocio.
La mayoría de los grandes empresarios destacan por contratar personal que sepan hacer cada cosa posible, de la mejor manera posible (incluso mejor que ellos). Sin embargo, no importa lo que tengas o a lo que te dediques: tu mejor negocio eres tú mismo.
Es necesario que inviertas en ti mismo. Y ojo, que no hablamos de ir a la peluquería a diario, o comprar zapatos nuevos todas las semanas. Invierte tu tiempo de manera óptima: investiga, estudia y asesórate de manera que cada día crezcan tus fortalezas y opaquen tus debilidades. Piensa siempre como emprendedory busca maneras de invertir tu dinero hallando nuevas oportunidades de crecimiento.
- Dejar de fracasar.
“Lo has intentado. Has fracasado. No importa. Inténtalo de nuevo. Fracasa otra vez. Fracasa mejor.” – Samuel Beckett.
¿Qué es lo peor que puede pasar si te arriesgas? ¿Cuánto te costaría en dinero, tiempo y esfuerzo reparar los daños? Y ¿cuánto te está costando en dinero y desgaste físico y emocional dejar pasar la acción? Sea cual sea la decisión que estés aplazando, si existe al menos una pequeña posibilidad de que no suceda nada malo, entonces es posible que salga bien.
Finalmente, ¿qué estas esperando? Si tu respuesta es que “no es el momento”, es porque no te imaginas lo que uno es capaz de conseguir intentando lo imposible sólo gracias al valor de fracasar mejor repetidamente.
¡Un abrazo!